viernes, 29 de noviembre de 2013

Apaga las luces y piensa quién es tu enemigo.

Todos, absolutamente todos tenemos una parte irracional, animal, brusca e hiriente. Esa parte animal que cada ser humano posee en mí está a flor de piel, bueno, tan a flor de piel que juraría que todo yo soy eso, destrucción, dolor, miedos y angustias. ¿Cómo y por qué? Es difícil de explicar... Quizás tengo tantas experiencias a mis espaldas que he ido rompiendo el cascarón y saliendo de él, quizás ellas hicieron que saliera a la luz mi verdadero yo, que no fuera otra ovejita más que sigue al resto. Ellas hicieron que me saliera del camino. Todo va ser más simple si os lo resumo en mi nombre. Me pueden llamar de mil maneras diferentes y todas se refieren a mí, es como tener un millón de motes. Hasta salgo en libros históricos y me han pintado como serpiente, todo muy irracional, como ellos. Soy parte principal de la historia mundial. Bueno, lo del nombre, que se me va... Me puedes llamar maligno, satanás, belcebú, lucifer, luzbel, demonio o como las damas y caballeros suelen preferir: Diablo. Es gracioso, me nombran y ya soy temido. Es oír esas seis letras y la gente se echa a temblar de miedo...  Me siento poderoso, fuerte y grandioso. Y hasta me hace gracia. Temen a un nombre. Incluso forman grupos para salvarse de mi poder cuando todo acabe, como si yo fuera el mayor enemigo sin darse cuenta de que ellos son su principal amenaza. Aprended, criaturas de la Tierra: Vosotros sois vuestro enemigo, no yo. El error sale de vosotros no de mí. Vosotros sois los imperfectos y yo, yo sólo soy el conjunto de todas las imperfecciones.

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