el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay caminosino estelas en la mar."
Y cuánta razón tenía Machado. Y qué bien lo cantaba Serrat. Y qué pocas veces lo aplicamos a la vida.
A esa vida efímera que se consume como el cigarro entre los labios color carmín de la mujer amada. A esa vida a la que dedicamos una oda día sí y día también. Esa vida a la que tantas veces comparamos con un camino, un camino que no sabemos ni de dónde parte ni a dónde llega, pero que recorremos con millones de sentimientos y coloridas sensaciones.
Nadie sabe nada ni del camino, ni de la vida, ni del caldero de agua fría que cae de la nada cada pocos kilómetros.
Sólo saber que en cada rojo amanecer se excita cada pelo de tu cuerpo.
Sólo saber que en cada beso dejas que tus labios bailen al son de la pasión.
Sólo saber que te pierde el chocolate en otoño y las sorpresas en los días de soledad.
La clave está en que aquellos que no saben nada del camino, ni del caminante, aquellos que no saben definir sus pisadas en el tiempo, esos, esos disfrutan mejor el camino, sacan las mejores fotografías que guardar en el ventrículo derecho y se tatúan los mejores los momentos bajo las entrañas, en aquel lugar que llamaban, otros tantos poetas borrachos, vida.
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