Aquellos
abrazos el día de mi cumpleaños, sin importarte quién nos viera. Aquellos días
lluviosos junto a ti. Esos besos y mimos que nos dábamos. Todo esto ha pasado
de todo a nada en un segundo. Aposté todo por ti y veo que he perdido. Estoy de
camino a mi casa, mojándome con la lluvia que algún día nos vio ser felices. Me
prometiste todo, pero espero que con ella no lo vuelvas a hacer. Veo a lo lejos
tu casa, intento llamar al timbre, pero no tengo el suficiente valor. Ya no hay
vuelta atrás; huyo de allí. Me trae muchos recuerdos bonitos, pero ahora se ven
en blanco y negro. Te necesito, y lo sabes. Ya estoy en mi portal y miro al
cielo. Hay que ver como a veces tienes todo y te lo quitan en un mísero
segundo. Miro a esa pared, dónde pone nuestro nombre y un corazón. No puedo
evitar llorar. Mis lágrimas se juntan con estas gotas de agua solitarias. Entro
en casa y oigo a mi madre preguntar: Cariño, ¿Estás bien? Y mi voz solo da para
decir: Qué curioso es el mundo que cuando todo está bien quiere que esté mal. Y
entro a mi cuarto, a ver si me olvido de todo. A ver si el tiempo lo cura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario