miércoles, 17 de octubre de 2012

Cómo lo echo de menos.


Aquellos abrazos el día de mi cumpleaños, sin importarte quién nos viera. Aquellos días lluviosos junto a ti. Esos besos y mimos que nos dábamos. Todo esto ha pasado de todo a nada en un segundo. Aposté todo por ti y veo que he perdido. Estoy de camino a mi casa, mojándome con la lluvia que algún día nos vio ser felices. Me prometiste todo, pero espero que con ella no lo vuelvas a hacer. Veo a lo lejos tu casa, intento llamar al timbre, pero no tengo el suficiente valor. Ya no hay vuelta atrás; huyo de allí. Me trae muchos recuerdos bonitos, pero ahora se ven en blanco y negro. Te necesito, y lo sabes. Ya estoy en mi portal y miro al cielo. Hay que ver como a veces tienes todo y te lo quitan en un mísero segundo. Miro a esa pared, dónde pone nuestro nombre y un corazón. No puedo evitar llorar. Mis lágrimas se juntan con estas gotas de agua solitarias. Entro en casa y oigo a mi madre preguntar: Cariño, ¿Estás bien? Y mi voz solo da para decir: Qué curioso es el mundo que cuando todo está bien quiere que esté mal. Y entro a mi cuarto, a ver si me olvido de todo. A ver si el tiempo lo cura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario